Semana 12: Final del Taller de Narrativa

12 son las semanas que hemos estado desenseñando a desaprender cómo se describen las cosas... La esponja de palabras está hasta arriba pero ¡aún tiene capacidad de absorber vuestros últimos relatos!.

Y no olvidarse jamás que NUNCA TE ACOSTARÁS SIN SABER UNA COSA MÁS.

¿AMIGOS POR COINCIDENCIA?

-Ven, Dani, corre- me gritó Jasmine, ya que ambos teníamos prisa.

Todavía no entiendo cómo nos conocimos: hace tres años que vamos ambos al instituto, como otros 300 alumnos. No hemos estado juntos en ninguno de nuestros cursos. La primera vez que nos encontramos, fue en la salida del instituto, porque ella es la hija de un profesor y tenía que esperarlo para que la llevara a casa, y yo tuve que volver a clase a por mis libros, que se me habían olvidado.

Su única ayuda fue llamar a su padre a que me abriera la puerta, ya cerrada. Y no entiendo por qué, desde entonces somos amigos.

-¡Ya voy!- le respondí.- ¡Sólo me estoy atando los cordones!-

Hace dos años tuve un accidente (nada grave, solo una pierna rota, pero lo suficiente para armar un revuelo en todo el pueblo). Y, para mi sorpresa, a parte de mis amigos, vino ella, sola, y estuvimos hablando toda la tarde.

Era extraño: nos vimos sólo durante un instante, pero ella me recordaba, y se preocupaba por mí. Yo tardé varios minutos en recordar su nombre, pero no entiendo por qué me costó tanto, ya que su pelo color azabache le daba un enorme parecido a la princesa de la película Aladin.

-Hay que ver como tardas, Dani. ¡Que sólo tienes dos zapatos para atarte!- me encantaba su sentido del humor, siempre perspicaz.
-Ya estoy listo. ¿Qué es lo que quieres que veamos con tantas ganas?- lo mínimo que podía hacer era darme una pista.
-Es una sorpresa. Sólo cierra los ojos- le hice caso sin rechistar: así acabaríamos antes.
Intenté hacerme el tonto, pero sabía que íbamos a mi casa. En un pueblo, no es difícil aprender los caminos de las calles.

Me cogió las llaves del bolsillo sin que me diera cuenta, empujó mi puerta y me dejó abrir los ojos… tardé un poco en acostumbrarme a la luz. ¡Era mi perro!

-Pero… ¿cómo lo has encontrado? ¿Cuándo?- no podía creérmelo.
-Creía que era el tuyo, pero no estaba segura. Espero haber acertado.-

Hacía ya dos meses que se escapó, mientras lo paseaba. Él intentaba subir un terraplén de tierra, pero se escurría. Era gracioso, así que le dejé un rato. Lo que no me esperaba es que fuera capaz de subirlo con esas pequeñas patas que tiene. Cuando me di cuenta, ya se había alejado lo suficiente para que no me escuchara, o pudiera ignorarme.

Estuve mucho tiempo buscándolo, pero no lo encontré. Y ahora ella lo encuentra y lo trae así, como si no le hubiera costado nada. Desde luego Jasmine es increíble.

-Gracias. Gracias. No se cómo agradecértelo lo suficiente. Yo ya lo había dado por muerto. De verdad, gracias.-dije entre sollozos. Verlo así, de improviso, había sido algo que me no hubiera podido imaginarme de ninguna manera.
-Hombre, tranquilo. Total, ¿para qué están los amigos?- Jasmine, como entendiendo que quería estar con mi perro un rato, soltó las llaves, cerró la puerta y se fue.

HACE TRES AÑOS.

No conozco a nadie, pensé. Es lo que llevaba temiendo desde que me dijeron que me tenía que ir a vivir a otro lugar. Y encima a un pueblo. Allí todo el mundo se entera de todo. No quería amigos cotillas, de esos que sólo querían saber las cosas para contárselas a otros cuatro a la vez. Entonces, vi a alguien tan normal que me llamó la atención. Una niña tímida que siempre se quedaba la última para esperar a su padre, un profesor. Tal vez podría aprovechar que soy despistado para olvidarme los libros y así poder quedarme el último…

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