Semana 12: Final del Taller de Narrativa

12 son las semanas que hemos estado desenseñando a desaprender cómo se describen las cosas... La esponja de palabras está hasta arriba pero ¡aún tiene capacidad de absorber vuestros últimos relatos!.

Y no olvidarse jamás que NUNCA TE ACOSTARÁS SIN SABER UNA COSA MÁS.

La cruel historia del fatídico destino de Ian McBurn.

Esa mañana, Ian se sentía con verdaderas ganas de acabar con los leprechauns. Como vivía en una cabaña retirada de la ciudad, en el bosque, todo lo que sabía sobre ellos era de los libros que había conseguido (sin que sus padres se dieran cuenta, ya que no querían que fuera violento).

Eran unos seres muy crueles, que se aprovechaban de que cuando un humano lo veía estaba pensando en dinero para rajarlos por la mitad.

En el fondo, estaba deseando de ver, uno, porque tendría su espada puesta a punto para decapitarlo. Ya tendría tiempo más tarde para buscar todo el oro.

Salió de paseo, quería que le diera el aire. Sus padres se tragaron la excusa a la perfección. Salió de la casa, fue al cobertizo y cogió la espada más afilada que tenía, y se adentró en el bosque.

Tenía sed de sangre, sabía a quien debía matar (había visto más de 15 fotos de leprechauns en un libro que acababan de editar, tenía claro su objetico).

Después de una hora de búsqueda infructuosa, se sentó: no podría estar alerta si tenía el estómago vacío, por lo que se acercó a un manzano que tenía cerca. Al cogerlo, vio algo: ¡un leprechauns! Espera, no, no era un leprechauns, era distinto a todas las fotos que había visto. Siguió acercandose, con sigilo, quería ver que era ese ser. Tenía a una familia cerca, un gran impedimento para el ataque. Parecía que estaban sentados de merienda en el bosque.

Logró escuchar una parte de la conversación de ese ser:

-Desde que edité ese libro sobre los leprechauns, ¡se nos han acabado los problemas!- dijo el primer ser
-Si, cariño, pero no creo que esté bien tener a la gente preparada para pelear contra los dibujos que hiciste: te los inventaste, pero eran muy reales-
-Ya lo se, por eso los compraron, ¿no crees?-

Entonces, ese era el editor, y no eran esos los leprechauns. Ian tenía que preguntarle por qué lo hizo, así que abandonó su escondite, y se dirigió hacia ellos. Cuando estuvo a una distancia suficiente, el editor le miró, escupió su carbeza, y gritó: ¡Un leprechauns! ¡Somos aún mas ricos!.
Ian, alarmado, salió corriendo hasta una fuente, en la que vio su reflejo. No podía ser. No era cierto. ¡Siempre había odiado a su propia raza! ¡Su padre no era un héroe, era un asesino!

Demasiadas ideas se le pasaron por la idea, pero solo una lo invadió por completo: desenvainó su espada y se atravesó el corazón. Él no podría vivir sabiendo que era un asesino. Se arrastró a buscar al hombre, y se desplomó. Irónicamente, cuando cavaron debajo de su cadáver, encontraron un yacimiento de oro.

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Esponja de palabras es el blog del curso online Taller de Narrativa: durante 12 semanas absorberemos y escupiremos lo que vayamos trabajando en nuestro taller. ¡Bienvenido!
 
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