Semana 12: Final del Taller de Narrativa

12 son las semanas que hemos estado desenseñando a desaprender cómo se describen las cosas... La esponja de palabras está hasta arriba pero ¡aún tiene capacidad de absorber vuestros últimos relatos!.

Y no olvidarse jamás que NUNCA TE ACOSTARÁS SIN SABER UNA COSA MÁS.

Al-Kazán

Listado de acontecimientos presentes en la narración

1. Tras el nacimiento de Al-Kazán y sus hermanos, la familia del chico vive inmersa en la miseria en un infortunado país del África subsahariana.

2. El padre de familia consigue ser aceptado en un pequeño trabajo y la familia logra sobrevivir aceptablemente entre la pobreza.

3. La madre de Al-Kazán se queda embarazada nuevamente, por lo que todos están muy preocupados acerca de cómo será posible alimentar a tantos hijos. Al nacer el niño descubren que se trataba de trillizos, así que la situación es ya insostenible y Al-Kazán, hermano mayor de la familia, se siente responsable del destino de los bebés y decide marcharse ilegalmente a probar suerte en otro país.

4. El joven embarca en una patera con otros inmigrantes en pésimas condiciones, desembarcando en España.

5. Deambula perdido por la ciudad hasta que se encuentra con una generosa pareja sin hijos que decide adoptarle y proporcionarle unos estudios, trabajo y papeles para que pueda valerse en el mundo.

6. Con el paso de los años, Al-Kazán se convierte en heredero de la dirección de una importante empresa y logra reunir una considerable fortuna.

7. Al cabo de veinte años, el joven regresa a su tierra para compartir con su familia la riqueza que ha alcanzado gracias a un golpe de suerte unido a su trabajo y esfuerzo.

Primera historia

El estrecho timón de la embarcación cortaba con cautela las aguas limpias del océano entre un callado rumor mientras avanzábamos silenciosamente en la noche evadiendo los indeseados vigilantes presentes en la zona, tarea sencilla merced a la patente desidia policial manifiesta en aquel lugar. Viajábamos sin papeles, ninguno de nosotros los tenía, pero recordando pensé que todo lo que sucediese sería mejor que aquello que ocurría en la tierra devastada cuya miseria nos había obligado a huir exasperados por una vida inmersa entre las llamas de la guerra, la indigencia y la autoridad en un país humillado donde nuestra misma raza nos gobierna con tiranía sin ceder en su opresión. Y sólo recordé entonces, mientras la difuminada línea costera comenzaba a dibujarse brumosa en la distancia, porque no todos osamos hacerlo a tiempo de volver atrás.

Nací el octavo día de julio durante una calurosa tarde soleada como tantas otras en el verano de 1994, primero de seis hermanos que me sucederían con el paso de los años marcando el destino de una miserable familia lastrada por la pobreza que subsistía perdiendo las esperanzas de lograr una vida mejor. Pese a las dificultades y contra todo pronóstico, la admisión de mi padre como ayudante en una pequeña granja local permitió la subsistencia aceptable de nuestra familia, que aprendió a vivir alegre entre la miseria aceptando con resignación duros trabajos a cambio de unas monedas con las que eludir, al menos durante cierto número de escasos días, el peso abrumador del hambre y la mendicidad. Sin embargo, mientras discurrían estos duros tiempos tímidamente felices no podíamos imaginar que todo acabaría aquel día en que descubrimos, horrorizados por lejanos recuerdos, que nuestra madre se encontraba embarazada de nuevo, instante desde el que nuestras vidas se transformaron en una cobarde espera durante días en los que cada amanecer marcaba el temido comienzo del fin. Pero ineludiblemente todo lo que posee inicio ha de encontrar tarde o temprano su final, y así sucedió cuando mis tres hermanos llegaron al mundo entre un abrasante juego de miradas que tan sólo ellos pudieron evitar sentir. Y recuerdo aún ahora con indeleble nitidez aquel instante a partir del cual los efímeros días de prometida dicha hubieron acabado para nosotros, viéndonos obligados a abandonar el hogar en busca de una perdida esperanza para todos.

Discurrían por mi mente estos pensamientos mientras la pequeña embarcación sigilosa me transportaba acercándose paulatinamente a la luminosa línea de costa que emergía mostrando una espléndida ciudad como ninguno de nosotros había visto nunca, embrujada a la luz de una hermosa luna de medianoche. Desembarcamos en una apartada esquina de la bahía sin pronunciar una palabra y nos separamos, dirigiéndonos una mirada que expresaba la duda compartida por todos acerca de cuántos amaneceres contemplaríamos sobre la tierra de aquella ciudad que tanto nos había costado alcanzar antes de ser obligados a volver.

No pasó largo tiempo hasta que me supe el único afortunado entre todos los que aquel día desembarcamos en una inolvidable playa desierta sin saber cómo ni para qué, y todo gracias a ellos. Ayudado por una familia desgraciada entre la riqueza por carecer del preciado tesoro que en su día llegó a causar nuestra miseria, familia a la que considero mía más que aquella que me vio nacer. Personas hastiadas por el peso de una irresoluble adopción a quienes hice felices tan sólo recibiendo todo lo que ahora soy y puedo llegar a tener.

Y sé que algún día volveré a la tierra olvidada donde crecí durante los primeros años de una infancia siempre lejana a la inocencia, para regresar con mi familia relatando tras el paso de los años el milagro imposible de mi aventura.

Segunda historia

La resonancia lejana de motores llenaba la apacible estancia mientras la cabina se elevaba progresivamente apuntando hacia un cielo refulgente y azul. Todo parecía indicar una cotidiana jornada en la vida de los pasajeros de aquel avión y sin embargo, no sería aquel un día cualquiera para una persona que observaba el paisaje perdido en la paulatina distancia a sus pies: aquel día de soleado invierno, Al-Kazán regresaba a casa. Adormilado por el suave ruido de la maquinaria, el joven comenzó a soñar.

Su mente viajó hasta el brumoso día inolvidable en que se encontró cruzando ese desconocido océano intensamente azul que ahora sobrevolaba, arrastrado por la responsabilidad de una familia inmersa en la impotencia de la miseria entre la opresión de un país tiránico y humillante. Y recreó de nuevo su desolada confusión tras el desembarco y las horas en que deambuló por las calles solitarias de una ciudad desconocida sin saber adónde dirigirse a continuación. Pero entonces aparecieron ellos, apenas una pareja contemplando la noche desde la verja labrada de su lujoso jardín. Una solemne mansión como él no había visto nunca, perdida entre las tinieblas de la soledad a medianoche. Y todo cambiaría para siempre.

Ellos fueron quienes proporcionaron todo a aquel muchacho perdido que sería para ellos el hijo que no pudieron tener nunca: sus estudios, trabajo, papeles e identidad en el mundo inexplorado que hubo de conocer. Aquella magnánima familia quiso ofrecer una oportunidad a quien aprendería a lo largo de los años la forma de aprovecharla; veinte años más tarde, Al-Kazán heredaría la dirección de Hardware Solutions SL, mostrando que a través de la constancia todos somos capaces de lograr lo que el destino de nuestra vida nos permite descubrir.

Al-Kazán abrió los ojos, sobresaltado por el creciente sonido del avión que rugía aproximándose una tierra que no pudo evitar reconocer: al fin, desde la distancia, el joven contemplaba de nuevo las arenas rojizas del desierto evocando lejanos recuerdos nublados por la distancia.

Y ahora, apenas varias semanas más tarde, nuevamente un avión comienza a despegar; esta vez en su interior resplandecen rostros sonrientes desvelando su alegría. La familia de Al-Kazán se traslada a España, contemplando por primera vez un horizonte que despunta rebosante de esperanzas.

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