Semana 12: Final del Taller de Narrativa

12 son las semanas que hemos estado desenseñando a desaprender cómo se describen las cosas... La esponja de palabras está hasta arriba pero ¡aún tiene capacidad de absorber vuestros últimos relatos!.

Y no olvidarse jamás que NUNCA TE ACOSTARÁS SIN SABER UNA COSA MÁS.

Mercado

-Carlos me voy al mercado- se despidió su madre

-¡espera que te acompaño!-grito Carlos desde el piso de arriba, acto seguido se metió en su habitación y se puso su gorra, aquel día hacía mucho calor.

-Vamos cariño que se hace tarde- le apremio su madre.

Carlos vivía con sus padres en un pequeño piso en el centro de un gran pueblo, casi tan grande como una cuidad, como cada domingo su madre se disponía a ir al mercado, que tenia las mejores legumbres y verduras de toda la comarca. Salieron de la casa, como siempre todas las calles estaban abarrotadas de gente que iba al mismo lugar que ello o que volvía de comprar la comida del día. Recorrieron plazas y callejuelas que recorrían el pueblo, Carlos se sabía casi todos los atajando memoria y aun viviendo en el pueblo de vez en cuando seguía encontrando algún lugar todavía no explorado con sus amigos.

El mercado estaba a rebosar de gente, Carlos y madre deambularon por los diferentes puestos que lo componían, enseguida su madre paró en una tienda en la que vendían pescado y se puso a hablar con el tendero discutiendo el precio de la merluza, Carlos se acercó a su madre y con gesto arrogante la pidió que le diera algunos euros para poder comprarse algo, su madre dudó un poco, pero al final le dio cinco euros.

-Es tu paga de todo el mes- le advirtió su madre-úsala bien que no te voy dar mas

Carlo se alejó de su madre a través de los puestos y empezó a observar lo que vendían en los distintos tenderetes, había uno de productos hechos de cuero, otro en el que vendían pulseras abalorios muy grandes y otros muchos que no tenían productos muy comunes, como huevos de lagarto o cola de lagartija

-Puaj-se dijo con una mueca de asco. Continúo yendo y viniendo de aquí para a ya sin importarle la hora, lo único de lo que se tenía que preocupar de no perderse pues el mercado llegaba hasta donde alcanzaba la vista, tan grande era que salía del pueblo varios kilómetros. Carlos abandonó la zona en la que se vendían los productos artesanos y llegó a la parte más sombría del mercadillo, allí la gente no charlaba y las personas que compraban tenían todas una pinta muy rara, Carlos quedó fascinado por los productos de los distintos puestos, había joyas bellísimas y muy extrañas también había todo tipo de objetos rotos que no servían para nada: espejos, bolsas, cuadros… Después de un rato de cotillear le llamó la atención un puesto, era una gran tienda de campaña y estaba cerrada, era preciosa, tenía un color morado y adornos dorados y plateados por todas partes, sintió deseos de entra pero se lo pensó dos veces “es de mala educación no pedir permiso” pensé, como si hubiera leiod sis pensamiento la tienda enrolló por si sola pa puerta.

-Hola pequeño ¿quieres entrar?- susurro una voz desde el interior, una mujer menuda salió de entre las sombras -adelante no tengas miedo

-Carlos vaciló, pero al final se dejó convencer por la amable voz de la mujer. La habitación era redonda, perro muy grande, desde fuera parecía mucho más pequeña, sobre la mesa había un sinfín de objetos de aspecto aparentemente vulgar.

.¿Quieres uno?- pregunto la señora

-no gracias… bueno…-dijo Carlos tratando de arecer maleducado

-Cariño no son lo que parecen- dijo la mujer- elige uno y con el tiempo veras lo que puede hacer.

Carlos miró a la mesa, la verdad es que los habría dejado todos allí con mucho gustao pero para no herir los sentimientos de la anciana escogió una bolsa de cuadros, posiblemente la única cosa bonita que había en la mesa. Al cabo de un rato se marchó a su casa, ya era tarde, posiblemente la hora de comer, el cielo se nubló, Carlos apretó el paso, al echar a correr su gorra se le deslizó por la cabeza y calló al suelo “vaya estorbo” pensó y echo la gorra a la bolsa que había adquirido en la tienda, no tardó demasiado en llegar a su casa, entro en la caldeada habitación , sacó la bossa para acoger la gorra y colgarla en algún sitio pero cuando meto la mano en la bolsa no encontró nada “o no mi gorra nueva” se dijo desesperado pues sabía que había costado mucho dinero y sus sus padres se enteraban le castigarían severamente.

A lo largo de los días Carlos fue metiendo más cosas en la bolsa y todas desaparecían misteriosamente, al final llegó a una pequeña y simple conclusión: la bolsa era mágica, y las cosas que caían en ella se perdían “creo que la bruja tenía razón” pensó para sus adentros

1 comentarios:

Hanna dijo...

hola Alby te deseo feliz año nuevo para tu familia y a ti,y tambien que lo pases bien con tu familia.

Esponja de palabras es el blog del curso online Taller de Narrativa: durante 12 semanas absorberemos y escupiremos lo que vayamos trabajando en nuestro taller. ¡Bienvenido!
 
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