Semana 12: Final del Taller de Narrativa

12 son las semanas que hemos estado desenseñando a desaprender cómo se describen las cosas... La esponja de palabras está hasta arriba pero ¡aún tiene capacidad de absorber vuestros últimos relatos!.

Y no olvidarse jamás que NUNCA TE ACOSTARÁS SIN SABER UNA COSA MÁS.

La ficción es la armonía entre la veracidad y la mentira

La ficción es la armonía entre la veracidad y la mentira :

Un buen texto debe tener dicha ficción , para ser rico en estos dos importantes recursos que son la verdad y la mentira . Para conseguir esta armonía se debe crear un equilibrio entre ellos, realzándolos, y dándole el protagonismo necesario de una forma equitativa.

A efectos prácticos, la ficción es un elemento puramente imaginativo, pero si lo analizamos con precisión nos damos cuenta de la necesidad de incluir elementos reales. Por ejemplo: si queremos escribir algo , lo que sea , ficticio , tenemos que partir de una base real y desde dicha
base , empezar a introducir la ficción.

En resumen, la verdad y la mentira pueden , y de hecho son , polos totalmente opuestos , pero se necesitan la una a la otra . Esta paradoja es muy importante y debe tenerse en cuenta cuando vayamos a realizar un texto , esta armonía debe estar presente.

Realidad VS Ficción

-Jimmy, vuelve, que estas en la luna.

Miré a Jack mientras trataba de situar mi mente mínimamente cerca de mi cuerpo. Toda la concentración que conseguí reunir me llegó para darme cuenta de que la mañana había pasado y que ya solo estábamos los dos en clase. Mi mente volvió a su propio mundo mientras mi cuerpo se afanaba en recoger los utensilios que debía haber sacado durante la mañana.

Para cuando volví en mi, estaba sentado en mi cuarto, tumbado en la cama. Miré a ambos lados. Mi cuarto estaba recogido, mis tareas hechas, y tenía un libro entre mis manos. Había vuelto a poner lo que yo le llamaba el “piloto automático”. Era como una especie de forma de actuar que mi cuerpo adoptaba cuando mi mente viajaba por su mundo feliz. Llevaba desde los 8 años usando esa “técnica”. Era como una forma de supervivencia. Mi mente había evolucionado de manera que en lugar de necesitar estar en mí para poder funcionar, era capaz de volar por otros mundos mientras mi “piloto automático” tomaba mi vida para que la gente no sospechara de mi distracción. Gracias a esto, llevaba años viviendo dos vidas, y ambas muy bien la verdad.

Tras volar a lomos de mi dragón preferido, decidí que era hora de volver a mi mundo natal, y cual fue mi sorpresa, cuando me di cuenta de que las conexiones entre mi cabeza y mi cuerpo habían cambiado: seguía siendo capaz de llevar mi mente a donde mi cuerpo estuviera, pero de repente, me veía capaz de invocar mi cuerpo a donde mi mente estuviera. Sabía que después de desarrollar la capacidad de autómata en mi cuerpo, era una gran estupidez hacer que mi cuerpo desapareciera en medio de la cena, de modo que por una vez en mi vida, volví a mi propio cuerpo con auténtico placer. Disfrute de una copiosa cena ante la atónita cara de mis padres, acostumbrados a cenar con una enclenque y desganada versión robótica de mi mismo.

En cuanto me acosté, deje viajar de nuevo mi mente, y por una vez tuve un problema. No sabía a donde. Estaba tan deseoso de viajar, que solo era capaz de transportarme a un universo en continuo movimiento, en el que no me atrevía a introducir mi cuerpo, o mi integridad peligraría.

Tras dos largas horas, conseguí transportar mi mente al sitio estable más cercano: mi propia habitación. En ese momento fui consciente de lo que acababa de hacer. Acababa de transportarme a un lugar real ¿o no? Justo la primera vez que me transportaba a un lugar conocido, me encontraba perdido. ¿Debía llamar a mi cuerpo? ¿M e había transportado a otro mundo en el que yo y mi cuerpo habíamos aparecido de pie en el suelo de mi habitación o me había levantado? No tenía ni idea de en que mundo estaba. ¿Real o ficticio? Además, de normal usaba mi cuerpo como referencia, pero ahora, ya no tenía ni eso. Tras un instante de duda, tuve una revelación. No importaba en que mundo estubiera.

Un niño especial

Primera parte

El comisario Harris languidecía en un sillón parapetado tras los innumerables documentos que atestaban su despacho, debatiéndose desesperadamente entre los acosos del hastío y los abrazos de Morfeo, y tratando inútilmente de dilucidar los pormenores de los irrisorios pleitos vecinales ocurridos en la ciudad que robaban la lucidez y el sueño al novato grupo de policías del distrito local. Sucumbiendo ante la tentación, el comisario dejó volar su imaginación, observando el titilante rielar de la luna llena sobre las aguas cristalinas del Támesis en la clara y misteriosa noche. El espectáculo no presentaba en realidad nada de particular, puesto que solía observarse con relativa frecuencia desde aquel privilegiado enclave de la ciudad; y sin embargo, Harris experimentaba aquella noche una sensación particular, como si algo extraño sucediese, algo que a priori no lograba identificar.

Tal era la situación cuando el oficial Morrison irrumpió violentamente en el despacho, provocando un súbito sobresalto en el comandante que desencadenó una lluvia de papeles y documentos levantando así una sospechosa nube polvorienta que delataba el decadente estado del servicio de limpieza. Los dos policías observaron sorprendidos el desastre, dedicándose mutuamente una mirada de asombro que pedía a gritos una explicación sin necesidad de palabras. Ambos carraspearon simultáneamente, y el oficial expuso lo sucedido con voz entrecortada y jadeante a causa de la emoción y la carrera.

– Señor comandante, usted disculpará que me presente de este modo en su despacho, pero cuando se encuentre al corriente de los hechos comprenderá que la gravedad de las circunstancias así lo requiere. Acabamos de recibir un comunicado de la oficina central informando que los servicios de guardia nocturna han notificado la presencia de una nave no terrícola de elevada tecnología que ha aterrizado durante la medianoche en un terreno privado localizado en Central London.

Un inquietante presentimiento cruzó raudo la mente de Harris y un tenso silencio estremeció la sala.

– ¿Podría indicarme con precisión sobre un plano la ubicación exacta del dispositivo, de la nave o… de lo que sea? –inquirió precipitadamente el comandante, esperando que la respuesta de Morrison no confirmase sus peores temores y que todo hubiese sido tan sólo una sospecha.
Pero no fue así. El oficial extendió sobre la mesa un detallado mapa de la gran urbe, señalando con exactitud un punto que Harris había con los años aprendido a identificar como su plácida vivienda residencial en un tranquilo y acomodado barrio londinense.

El comandante palideció y ordenó a Morrison que dispusiese todo lo necesario para la movilización inmediata de las fuerzas militares del distrito y su colocación en posición ofensiva frente a la nave forastera, la cual debía ser aniquilada tras su autorización personal expresa. Tras formular esta orden terminante, Harris se enfundó en su gabán abandonando precipitadamente el despacho y dejando a Morrison sumido en una expresión de perplejidad elevada al máximo exponente de la duda y la confusión.

Segunda parte

Lejos de allí, al otro extremo de la ciudad, el pequeño Robert celebraba alegremente su décimo cumpleaños entre risas y fiestas. Su madre, esposa del comandante, trataba frenéticamente de mantener la calma y el nivel de decibelios entre la alborotada pandilla de amigos deseando que la generosidad de su hijo se hubiese visto mermada a la hora de repartir las invitaciones entre aquellos pícaros en manos de los cuales un pastel desaparecía más rápidamente que un meteoro al cruzar raudo los cielos de medianoche. Marian decidió que ya era suficiente y se situó decidida en el marco de la puerta.

– ¡Niños! Es demasiado tarde y la fiesta ha de finalizar. Recordad que mañana debéis madrugar para acudir a clase. Y tú, Robert, despide a tus amigos y ¡a la cama!

El niño rezongó e intentó protestar, pero comprendió que su madre tenía razón puesto que pasaba de la medianoche y concluyó la celebración diciendo:

– Espero que os hayáis divertido mucho. ¡Hasta mañana a todos!
– ¡Hasta mañana! ¡Feliz cumpleaños, Robert! –respondieron los alegres chavales, despidiéndose hasta el día siguiente.

El niño cerró la cancela y paseó tranquilamente por el extenso jardín. Una clara luna serena brillaba en el firmamento, y pensando que una noche tan hermosa no merecía que nadie fuese a la cama sin haberse detenido a contemplarla, Robert se sentó y comenzó a observar las estrellas. Pudo distinguir con facilidad la estrella polar y diversas constelaciones, pues su carácter soñador le movía en numerosas ocasiones a tratar de dilucidar los misterios de la compleja bóveda celeste. Por ello se dio rápidamente cuenta sorprendido de que algo no encajaba y creyó que la disposición de las estrellas, por extraño e imposible que pareciese, había misteriosamente variado; sin embargo, observando más detenidamente se percató de que su confusión era debida a la inexplicable presencia de un nuevo punto que brillaba en el firmamento con inusitada intensidad. El niño contempló perplejo cómo su luminosidad aumentaba más y más paralelamente a su tamaño, hasta convertirse en el perfil de un objeto de apariencia similar a una nave que al cabo de unos instantes dio por finalizada su trayectoria aterrizando silenciosamente en un extremo alejado del jardín.

Robert se levantó con cautela movido por la curiosidad e inició el recorrido de la treintena de metros que le separaban de aquel objeto misterioso, el cual ahora descansaba junto a la valla de rosales que delimitaban el terreno perteneciente a la lujosa mansión que constituía su hogar. Sin embargo, al llegar junto a ella, la nave se desvaneció y en su lugar aparecieron dos figuras luminosas que sonrieron a Robert.

El niño les devolvió la sonrisa amablemente y, feliz al comprobar la amigable expresión de sus misteriosos visitantes, trató de comunicarse con ellos preguntándose si aquellos extraños seres serían capaces de comprenderle.

– Hola –dijo Robert, marcando detenidamente las sílabas que pronunciaba-. ¿Quiénes sois? ¿Podéis entender mi lenguaje?

Una pausa sucedió a las palabras del niño. Al cabo de unos instantes el hijo del comandante se dio cuenta de que la respuesta sonaba clara y firme en el interior de su mente, como si ambos alienígenas empleasen un invisible pero eficaz y novedoso medio de comunicación.

– Podemos comprenderte sin problema –dijo la voz-. Nos desplazamos y comunicamos mediante el poder del pensamiento, así que no necesitarás palabras para hablarnos. Venimos de una galaxia lejana y sentimos la obligación de transmitiros un mensaje. Tú, Robert, siempre has sido un niño soñador e imaginativo, emprendedor y valiente, que has comprendido los problemas de este mundo y deseado ser capaz de variar su curso sin saber cómo hacerlo. Por ello has merecido el privilegio de ser el primero en contactar con nosotros y conocer nuestro secreto.
El niño escuchó extasiado largo tiempo. Las horas pasaron deprisa y los visitantes concluyeron su explicación diciendo:

– Y recuerda siempre, Robert, que resulta imprescindible que trabajéis todos juntos para salvar la Tierra. El desarrollo de vuestra civilización es insostenible y la humanidad debe comprender que la felicidad que tanto anhela y trata de lograr mediante la producción incontrolada que está destruyendo este bello e incomparable planeta se encuentra, sencilla y simplemente, oculta en el interior de cada ser humano; descubriéndola encontraréis en un instante todo aquello que habéis perseguido inútilmente durante tanto tiempo. Este es nuestro regalo de cumpleaños para ti, Robert: depositamos en tus manos la responsabilidad de comprender y compartir que las claves para la sostenibilidad de una vida feliz se encuentran cifradas en el desarrollo personal de cada uno.

En ese preciso instante, el niño distinguió un rumor lejano que se acercaba paulatinamente y vislumbró un gran ejército que se aproximaba con inflexibilidad y rigor inexorable hacia su casa. Horrorizado, corrió a ocultarse bajo el porche del jardín, dirigiendo una desesperada mirada de alarma a los alienígenas, que respondieron con voz tranquilizadora asegurando que no había motivo de preocupación; instantes más tarde, presenció cómo una potente voz de mando daba la orden de abrir fuego y los soldados descargaban una oleada de disparos sobre la nave. Cuando Robert se atrevió a observar de nuevo lo que sucedía a su alrededor, ambos visitantes habían misteriosamente desaparecido, y en su lugar, el comandante observaba con pánfila expresión el jardín de su casa tratando de explicarse lo sucedido. El niño se levantó decidido y, tocando el brazo de su padre para reclamar su atención, le dijo:

– Papá, ven conmigo al dormitorio. Tenemos que hablar.

El comandante miró a su hijo sorprendido, experimentando por vez primera la sensación de que el control de la situación se le escapaba irritantemente de las manos y la intensa actividad de sus células grises no bastaba para controlar el curso de los acontecimientos que se sucedían a su alrededor. No era ya por más tiempo el adulto que con expresión de suficiencia consideraba suyo el deber de educar y censurar los pensamientos de su hijo. Ahora era él el alumno. El comandante suspiró y, una vez hubo organizado lo más decentemente posible la retirada de las tropas a sus cuarteles a la espera de nuevas instrucciones, entró junto al pequeño Robert en la casa. En efecto, tenían mucho de qué hablar.

Ambos conversaron durante largas horas y el niño relató a su padre la valiosa verdad que los alienígenas le habían revelado. Al día siguiente, ambos tuvieron noticia de que el mensaje había sido revelado simultáneamente a numerosas personas en diversos lugares del planeta de forma que no fuese posible su pérdida accidental; desde aquel día, la mentalidad global del planeta se concienció de su responsabilidad y dejó de cifrar sus esperanzas en una carrera inútil hacia un mayor nivel tecnológico y un aumento inútil del armamento bélico mundial, logrando una paulatina y firme recuperación del delicado y preciado equilibrio ecológico del maravilloso planeta que es la Tierra.

Numerosas incógnitas quedaron abiertas y la humanidad no cesó de cuestionarse los mismos interrogantes, pero ahora a través de una conciencia más amplia que les permitió comprender más allá de la que había sido su rígida y rigurosa visión de los misterios del universo. ¿Sería aquella la misma nave nodriza que en su día sembrara de vida la Tierra y que ahora, tras el paso de los milenios, hubiese regresado para reconducir nuestro camino?

Cada relato de ficción es un puente que une el mundo de la realidad con el de la imaginación

¿En tierra de quién está la ficción narrativa? Al igual que en la mayoría de las ocasiones, se trata de una cuestión cuya respuesta no es tajante ni sencilla. En mi opinión, la ficción es como un árbol que obtiene su alimento en la tierra de la realidad, pero cuyas ramas se iluminan con la luz de la imaginación, constituyendo por tanto el producto de dos mundos complejamente entrelazados en diversas y variopintas relaciones que los unen y separan al mismo tiempo. La ficción narrativa se encuentra en un espacio donde ambos se dan la mano y sus fronteras se desdibujan para crearla.

Prueba de ello es que en todo relato, aún en los más fantásticos e inverosímiles, la realidad se encuentra presente en distintas formas siendo ella misma en ocasiones la que hace nacer el propio relato, que encuentra su origen en imágenes, recuerdos o experiencias acontecidas en la vida del autor; tal es el caso de Crónica de una muerte anunciada, relato del escritor hispanoamericano Gabriel García Márquez inspirado en la historia real de un crimen. Por otra parte, la influencia de la realidad en la ficción se manifiesta asimismo de una forma indirecta, ya que todo lo vivido por el autor ha ido conformando su personalidad, que queda reflejada tanto en su estilo narrativo como en la temática que desarrolla.

Sin embargo, en la mayoría de historias de ficción la presencia de lo verosímil se encuentra directamente manifiesta en el relato en diversas formas tales como referencias a datos verídicos pertenecientes a campos científicos, técnicos o históricos, como las realizadas en diversas novelas del escritor Arturo Pérez Reverte. Estas trazas de realidad pueden asimismo presentarse mediante la ambientación de la novela o de fragmentos de la misma en espacios reales (ciudades, paisajes, establecimientos) que pueden aparecer designados con su nombre verdadero o bajo denominaciones imaginarias. Un significativo ejemplo lo constituye la conocida obra La Regenta, cuya trama se desarrolla en una ciudad aparentemente ficticia designada con la denominación de Vetusta, pero bajo la cual se enmascaran aspectos que han movido a los críticos a considerar que hace referencia a la ciudad real de Oviedo. Por otra parte, en diversos relatos tiene lugar la aparición en los mismos del propio autor como personaje, introducido en algunas ocasiones mediante la utilización de un narrador testigo, o de referencias a sus obras, como en el caso de la obra cumbre de nuestra literatura, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, en la cual Cervantes hace surgir su propio nombre así como introduce el título de otra de sus obras, La Galatea, hecho que constituyó en su tiempo una importante novedad en la narrativa. Asimismo existen novelas en las que diversos personajes son conocidos y reales o presentan rasgos de aquellos que están o han estado presentes en la vida del autor, pudiendo como es habitual ser designados con una denominación ficticia o bien mediante su nombre real.

Por todo lo expuesto considero que la ficción consiste en una mezcla realizada en múltiples y diversas proporciones entre la realidad y nuestra imaginación, es decir, se trata de algo completamente distinto a la verdad y la mentira, aquello que necesitamos tanto y somos capaces de plasmar en el papel mezclando nuestro talento creador y narrativo con todo el bagaje cultural de nuestra experiencia vivida.

Realidad o Ficción

Por lo general, es bastante fácil diferenciar lo ficticio de lo real. Cuando leemos un cuento no tenemos que pararnos a pensar si eso es verdad o mentira, casi sin darnos cuenta podemos responder a esa pregunta, distinguirlo es fácil por varias razones:

1-Lo ficticio no es verdad, al contrario que lo real.
2-El mundo ficticio puede ser como nosotros queramos, nos lo podemos inventar según nuestro estado de ánimo o simplemente como más nos apetezca, en el mundo real eso no pasa.

Todos nosotros hemos escuchado alguna vez lo que se llama leyenda, una leyenda es una historia, pero es una historia diferente, una leyenda se refiere a un acontecimiento que puede ser real, imaginario o las dos cosas a la vez, igual que los cuentos que hemos escrito en la semana 1, la mayoría de las leyendas suelen ser ficticias aunque siempre tienen una base real..

Nosotros vivimos en el mundo real, pero a todos nosotros nos gustaría que cambiara algo en nuestra vida (tener más amigos, irse a vivir a otro país…), aunque no lo parezca esto también es ficticio porque nuestra vida gira alrededor de una realidad, una realidad que para cada persona es distinta. En resumen lo que para determinadas personas el real para otras es ficción.

La Casa Nueva

Los padres de Marta decidieron mudarse, después de todo eso sería la mejor solución para la familia. Hacía ya dos semanas que el negocio de su padre Manuel había quebrado, le habían ofrecido otro trabajo pero éste se encontraba a más de 500 km de distancia, esperaron a ver si salía una oferta más cerca, pero el dinero se agotaba muy rápido y no veían otra solución, así que tuvieron que acceder.
Marta no estaba contenta en su nuevo hogar, su habitación era muy pequeña comparada con la de la otra casa, las paredes estaba pintadas de un gris rata muy feo, la cama era muy dura y rasposa y, para colmo, tenía que dormir con sus hermanas Lucy y Carolina. La nueva casa no era nada comparada con su bonito caserón de Nearlen. La casa nueva era muy pequeña para siete personas y estaba modestamente amueblada, solo había tres dormitorios una cocina, un baño y un salón-comedor.
Marta decidió empezar a desempaquetar cajas ayudada por su hermano Samuel, después de un rato desempaquetando cosas que ni siquiera sabían que tenían, Marta decidió que se aburría así que echó a su hermano de la habitación, se tiró en una de las tres incomodas camas y se dispuso a escuchar su música favorita pero por alguna razón su discman no se encendió. Al cabo de un rato pulsando botones Marta dejó de intentarlo “se habrá estropeado durante viaje” pensó, decidió entonces investigar un poco por su nueva casa. A primera vista parecía una casa de esas en las que nunca ha vivido nadie, la típica casa amueblada al estilo de gente de más de sesenta años. Marta pensó que lo mejor sería empezar por el sótano. A pesar de tener 13 años sintió cierto terror cuando abrió la puerta que llevaba a ese oscuro subterráneo, pensó en llamar a alguno de sus hermanos pero por alguna razón empezó a bajar sin compañía alguna. Las escaleras estabas gastadas por los años y las personas que un día pisaron en ellas, Marta bajó y bajo escaleras durante un buen rato, pero parecía que no llegaba a ninguna parte, cuando estaba pensando en subir de nuevo sus pies por fin tocaron el frío y resbaladizo suelo del sótano, hacía mucho frío pero Marta decidió que no subiría otra vez tantos escalones solo para ir a por una chaqueta ya que el camino la había llevado una media hora, palpó la pared, estaba muy húmeda y el tacto era muy agradable, como la oscuridad era total decidió encender la pequeña linterna que siempre llevaba encima, no era muy potente pero al menos serviría para distinguir algo.
Marta se dio cuenta de que se encontraba en una especie de caverna subterránea, estaba completamente vacía y había más túneles que conducían a otros lugares, entonces pudo apreciar los extraños grabados que había en el fondo de la cueva, se acercó a ellos y los tocó, su tacto era muy suave, Marta pensó que sería preferible dormir en aquella pared que en su rasposa cama, se acercó más a los grabados parecían mágicos, algunos tenían piedras preciosas incrustadas y estaban plasmados en la pared con vivos colores, al mirarlos Marta sintió que quería quedarse allí para siempre, libre, alejarse de los problemas y de la vida que tenia al otro lado de aquella puerta que conducía a aquella caverna,
Su hermano gritó, eso la devolvió a la realidad y decidió que ya había explorado lo suficiente por aquel día, se apresuró a subir las escaleras, aunque misteriosamente apenas tardó unos segundos en alcanzar la puerta. Antes de abrirla decidió que no pasaría un día sin que ella volviera allí, aquella sensación tan maravillosa no la había sentido nunca.
Subió a su habitación y se tumbó en la cama, por su mete pasaba una y otra vez el recuerdo de aquella cueva y de los garabatos que se encontraban esculpidos en sus paredes ¿Qué podía hacer? Contárselo a sus padres no, estaban demasiado ocupados, y a sus hermanos tampoco, eran demasiado pequeños y con total seguridad se lo contarían a sus padres o a cualquier vecino “si al menos tuviera un amigo” pensó, de pronto halló la solución, bajó corriendo a la biblioteca, allí había cientos de libros apilados, la tarea era larga, no se lo pensó dos veces. Buscó durante horas sin encontrar nada interesante: “si esa caverna existe de verdad no seré la primera que la ha visitado, seguro que en esos libros viene alguna información relacionada” Por fin encontró lo que buscaba, era un libro con las tapas de cuero muy gastadas, y en la tapa delantera estaban impresos algunos de los símbolos que Marta había visto en la caverna, en su parte inferior ponía: “Lugares mágicos y como encontrarlos”, Lo cogió y corrió a la cueva que hacia tan solo una horas había visitado, abrió la puerta, al empezar a bajar las escaleras frenó en seco, su padre estaba frente a ella y la preguntó atónito:”¿hija, que haces aquí? acabo de bajar a dejar una cajas vacías” Marta miró a su alrededor, aquella no era su cueva, miró hacia el libro que tenía en sus manos y sonrió, sabía que aquello no había sido un sueño.

La ficcion es real

La ficción es… Real. A todos en nuestra más tierna infancia nos ha llamado la atención lo increíble. Cosas peculiares llamaban a la puerta de nuestra curiosidad. Los dibujos son un ejemplo, todos hemos visto a un niño/a de parvulario mirando los dibujos embobado antes de ir al colegio, o escuchándote con incesante atención mientras les cuentas historias antes de dormir. La ficción nos acompaña desde siempre y para siempre.

Lo que diferencia al hombre del resto de animales es nuestra capacidad para razonar, somos seres capaces de pensar, pero, que no se nos olvide, podemos también imaginar. La ficción empieza y acaba con nuestra imaginación. La imaginación nos permite pensar y soñar cosas inverosímiles que pueden ser maravillosas o desastrosas, como en la realidad. Y es por eso que en vez de contestar si la ficción es verdad o mentira digo que es real. La imaginación forma parte de nosotros, es tan real como nosotros mismos. Vivimos en dos mundos distintos pero no nos damos cuenta, creemos que solo podemos estar en un sitio a la vez, y físicamente de momento es cierto, pero quién sabe donde podemos estar dentro de nosotros mismos.

La ficción navega por los dos mundos, nace en el mundo de la imaginación pero puede salir al otro mundo por la televisión o a través de un libro o donde sea. Estos dos mundos de los que hablo están estrechamente ligados de tal manera que resulta imposible a veces separar la realidad de la ficción. No podemos destruir los puentes que los unen ni separarlos de ninguna manera.

Realidad Vs Ficción

Su afición a la fotografía empezó en verano de 1978. Algunos dicen que ciertas personas, sin saber cómo ni porqué, entregan parte de su alma a un objeto. La materia ni se crea ni se destruye, así que la esencia de esa persona permanece de una manera u otra para siempre dentro del objeto.

Su cumpleaños ese verano fue muy parecido a los 16 anteriores fiestas de aniversario, su familia se reunió en casa de sus abuelos de Manlleu, y después de soplar las velas llegó el momento de los regalos. Lo que llamó más la atención a Miquel fue una caja sin envolver que asomaba en el montón de regalos, decidió dejarla para el final y fue abriendo los demás regalos sin atención y sin quitarle el ojo de encima.

Llegó el momento, de repente el sonido se apagó, el calor se fue, todo alrededor de la caja empezó a desvanecerse, como si todo careciera de importancia experto él y la caja. Dejó que sus dedos se deslizaran por la caja libremente, y como hipnotizado empezó a abrirla.

El objeto emergió del fondo de la caja como si tuviera luz propia, y un cosquilleo se propagó por el cuerpo de Miquel al tocar esa vieja cámara de fotos. La primera foto se hizo esa misma tarde, en ella salía toda la familia. El resto del carrete de fotos lo invirtió fotografiando cuanto pasaba en la fiesta.

Días después sacó el carrete para ir a revelar las fotos. Esta operación supuso la muerte de la vieja cámara. La intentó arreglar por su propia mano varias veces pero fue en vano. El anciano especialista de la tienda tampoco pudo hacer nada, ni siquiera había visto una cámara igual en todos los años que llevaba trabajando con cámaras.

Miquel preguntó a sus padres quién le había regalado la cámara para preguntarles de dónde la habían sacado y llevarla allí a reparar. Llamaron a todos los familiares que asistieron en la fiesta pero no dieron con ninguno que hubiera sido.

Miquel se sentía cansado, cómo si algo le estuviera absorbiendo la vida, se lavó la cara y se sorprendió al contemplar su rostro en el espejo. Algo le estaba sucediendo, se le veía la cara chupada y arrugada, las entradas de la frente iban ganando terreno al poco pelo que le quedaba. Su espesa melena que tenía hacía pocos días había desaparecido.

Sin saber porque fue a su cuarto, abrió el sobre con las fotos de su aniversario. No eran las mismas, esas fotos no las había hecho él. En las primeras fotos, en vez de salir la famita que posaba, salía Miquel haciendo la foto, cómo si la foto en realidad la hubiera hecho a un espejo. Siguió mirando el resto y se dio cuenta que cada vez aparecía en las imágenes más encorvado, y las manos más arrugadas. Estupefacto, Miquel se dio cuenta de que envejecía en cada foto. Fué pasando las fotos, cada vez más cansado. El aire olía a frío, la luz se desvanecía y los párpados le pesaban cada vez más. Aún le quedaban dos imágenes por ver, aprovechó su último aliento y las últimas fuerzas que le quedaban para sacarlas del sobre. En la primera se veía su habitación vacía, y en la otra aparecía él desplomado sobre la silla donde se encontraba ahora, sin vida.

Años mas tarde, los padres de Miquel se mudaron, no podían vivir con el recuerdo de los extraños sucesos de aquel verano de 1978. Los médicos ni nadie no daban crédito a los hechos y no les quedó más remedio que intentar olvidar. Un día la madre de Miquel decidió abrir la caja con las fotos y la cámara de su hijo. Todas las imágenes permanecían igual de lúgubres, excepto una. En la foto salía la habitación de su hijo había cambiado. En la cama, aparecía el cuerpo joven de Miquel durmiendo... Antes de cerrar la caja para siempre, a la madre de Miquel le pareció que el cuerpo dormido se movía levemente… respiraba… Su espíritu eternamente joven permanecería en esa vieja foto hasta el fin.

Semana 1: ¿Verdad o Mentira?

Esta semana investigamos sobre la ficción y la realidad. El objetivo es claro: queremos desdibujar la linea precisa que los divide. Y que cada uno decida si prefiere conservarla o difuminarla...

Realidad y ficción son iguales

Las relaciones entre el mundo real y el mundo de ficción son tantas que yo diría que los dos son iguales.

En mi opinión, la única diferencia entre nuestra realidad y las miles de realidades que creamos o imaginamos, es que en los mundos a los que llamamos imaginarios no vivimos corporalmente; pero, ¿Qué es lo que impide a nuestra mente abandonar este mundo y volar libre con los dragones o cavar túneles con los hombres topo de saturno? Nada. Nuestra imaginación se impulsa por si misma hasta donde quiera llegar, y no es en absoluto importante que nuestro cuerpo no pueda llegar allí.

Los mundos que creamos normalmente están basados en nuestras ilusiones, nuestros sueños y nuestras frustraciones, y nadie debe decir hasta que punto pueden llegar. Al igual que nuestra vida real, nuestros mundos imaginarios son expresiones de nosotros, pero la gran diferencia es que en la vida real tenemos límites, mientras que en los mundos imaginarios el único límite que tenemos es nuestras palabras. Todo lo que seamos capaz de nombrar, seremos capaces de imaginarlos, y si algo de nuestra imaginación es nuevo y revolucionario, le ponemos un nombre nuevo, y a partir de ese instante, con recordar ese nombre, esa nueva criatura u objeto vuelve a nuestra imaginación.
David González

la magia te rodea

Lucía, una niña de 13 años y medio, se despierta como cada día de su vida. Suena el despertador a las 7:30 de la mañana, se levanta y desayuna: un bol con leche y unos cereales con sabor a chocolate.

Todo es como de costumbre. Se arregla, prepara su cartera del instituto y parte hacia allá. Es afortunada, ya que vive solo dos calles por debajo, por lo que tarda menos de cinco minutos en llegar.

Ya en el instituto, se sienta… e intenta escuchar, pero no puede. Las clases son tan monótonas como su vida, y esta aburrida de todo. Saca un cuaderno, un estuche con 35 lápices de colores, y empieza a dibujar. Hoy toca el tema de las hadas. ¡Ah! Como le gustaría ser una de ellas, sin repeticiones en su vida, solo libre, haciendo lo que le plazca entre esos bosques verdes y frondosos, con las sombras perfectas para descansar un rato. El cauce de agua que sale por la fuente natural deja una fragancia y un ambiente inimaginable, en perfecto equilibrio. En el suelo, de césped semi-largo hay un feérico y un hada, disfrutando de la vida.

-…cía!!!
-¿Eh? Lucía se despierta de su trance, un poco desorientada -¿Qué pasa?
-¿Te parece bien lo que acabo de contar? – El maestro siempre usa las mismas expresiones, un toque extra de aburrimiento a las clases.
-… Si, claro- No sabía de qué hablaba, pero mejor no llevarle la contraria.-

Tras decir esto, todos los niños de su aula empiezan a reírse, incluido el profesor. –Me imaginaba que estarías de acuerdo con que te enviara al director de visita, por hacerle compañía-

Ella, sabiendo ya el camino casi de memoria, ya que la frecuencia con la castigaban por estar despistada era mayor de la deseada, sale de la clase como un zombi, y avanza hasta el despacho.

Al llamar a la puerta, se da cuenta de que todavía llevaba su cuaderno. Lo mira, pero algo ha cambiado en el dibujo: el hada ya no esta feliz, sino que tiene la cara blanca, muy triste. El feérico sin embargo está radiante.

Lucía está extrañada, pero llama a la puerta del profesor, ya que piensa que solo son imaginaciones suyas. Tras un largo cuarto de hora, sale del despacho. Pero hay algo que le alegra: suena la sirena, por lo que se acaban las clases.

Feliz de esto, con unas renovadas fuerzas, se va a su casa, pensando en que podrá estar a gusto un rato. Transcurre un poco hasta que recuerda ese dibujo tan extraño que hizo en su cuaderno, así que lo saca de su cartera rosa (odia ese color, pero su madre sigue insistiendo en comprarlo) y lo mira, con mucha curiosidad: ¡ha vuelto a cambiar! ¡Ahora, el feérico está arrojado en la fuente, cansado, mientras el hada vuela por los bosques!

Sigue caminando, sin manejar las piernas, ya que simplemente se mueven de rutina. Llega a su casa y come, apenas sin apetito. Ella ahora no está en este mundo, sino en el de su imaginación, el único en el que es completamente libre, aquel en el que no tiene límites. Termina su almuerzo: un plato de patatas guisadas y una manzana. Normalmente hubiera disfrutado de su comida, pero ahora estaba más interesada en averiguar el dibujo. Sube las escaleras hasta llegar a su cuarto, y cierra la puerta.

Abre el cuaderno, y lo mira. ¡Todo está como al principio! El feérico y el hada están sentados en el campo, como si nada hubiera pasado!

Miró al techo, con una súbita depresión ante los engaños que le daba su cabeza. ¿Estaría de verdad loca, como decían los demás niños?. Baja la mirada para verlos, pero… ¡el hada está casi muerta! El feérico la está apuntando con una rama de cedro afilada. No se lo puede creer, pero no quería verla morir, así que saca la goma y empieza a borrar, y a borrar… ¡pero no se borra! ¡Es como si fuera tinta china! ¡Si lo dibujó con lápiz!

No lo entiende, peor está feliz de no estar loca. Mientras que le invade la alegría, el hada se recupera y apunta al feérico con su varita.

¡Así que es eso!- grita Lucía -¡Es por eso! La cabeza le hizo un clic que lo descubría. Sigue mirando el dibujo, pero… ¡el feérico no está! ¡Se ha ido! Al darse cuenta de eso, la tinta empieza a caerse, chorreando por el escritorio. Al llegar al suelo, sube, y empieza a formar una silueta.

-¡¿Pero qué?!-exclamó Lucía

La silueta, ahora perfectamente definida, es la del hada que había dibujado.

-Gracias, soy Jasmine, la dríada de los bosques- su voz es cálida y melodiosa- He sido enviada para hacerte darte cuenta de lo feliz que puedes llegar a ser, sólo con un poco de imaginación. Espero que te sirva de algo. Solo me queda una cosa por decir: buenos días…

Lucía abre los ojos. ¡Uah! Que sueño… son todavía las tres de la mañana. Todo fue un sueño… Cansada, se levanta para ir al servicio, pero ve una notita en su escritorio: la magia te rodea, dale forma.

Desde entonces, Lucía tuvo una gran habilidad para hacer amigos, en las clases atendía mucho, y fue feliz, ya que ahora en su cabeza reinaba la paz, la paz de un bosque verde frondoso, con un cauce natural de agua cayendo para dar el ambiente exquisito y melodioso que faltaba en su vida.

Realidad y credibilidad

La ficción no es otra cosa que una verdad inverosímil, ya que podría ser cierto, pero no llegamos a imaginárnoslo como realidad. Tenemos que usar medios como libros o películas para trasmitirlo, porque la mayoría de las personas no tienen una imaginación lo suficiente viva como para crearlas en su mente. Por eso existe el género futurista, porque es una ficción que podría ser realidad en un futuro, a veces no muy lejano.

La realidad es simplemente algo que podría ser verdad, pero no esta obligado a serlo. Pocas historias reales son verdad, pero la gente las ve posibles, por lo tanto realeistas. Una realidad es algo con lo que nos sentimos identificados, algo que nos hace imaginarnos “ese podría ser yo” o “¡Como quisiera que me pasara a mi eso!” No tienen que ser reales, solo creibles.

La verdad siempre es real, pero lo real no siempre es verdad. Lo mismo pasa con la mentira y la ficción.
Esponja de palabras es el blog del curso online Taller de Narrativa: durante 12 semanas absorberemos y escupiremos lo que vayamos trabajando en nuestro taller. ¡Bienvenido!
 
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