-Ahogado. Voy a morir ahogado- pensó Jesús mientras se hundía en el mar sin logras escapar. –Siempre me lo temí, peor nunca he hecho nada para evitarlo. Me lo tengo me…-
No pudo aguantar más la conciencia: el agua le entraba por las fosas nasales y la presión le zumbaba en los oídos.
Todo comenzó desde pequeño. Jesús era un chico guapo, inteligente, valiente para todo… bueno, para todo no: el agua le daba pavor. Decía que no servía para nada: para beber, estaba el zumo, y… ¿a quién le importa nadar?
Pasó el tiempo, y Jesús sólo tocaba el agua para bañarse, y casi ni eso. Fue tal el odio que le tomó al agua que un día, ya mayor, fue con veneno al depósito del agua local, para que nadie pudiera beberla, pero al mirar hacia abajo y verlo todo inundado, se mareó, y cayó dentro. Sólo le invadió un pensamiento antes de que su vida acabara:
-Ahogado. Voy a morir ahogado- pensó Jesús mientras se hundía en el mar sin logras escapar. –Siempre me lo temí, peor nunca he hecho nada para evitarlo. Me lo tengo me…-
No pudo aguantar más la conciencia: el agua le entraba por las fosas nasales y la presión le zumbaba en los oídos.
Todo comenzó desde pequeño. Jesús era un chico guapo, inteligente, valiente para todo… bueno, para todo no: el agua le daba pavor. Decía que no servía para nada: para beber, estaba el zumo, y… ¿a quién le importa nadar?
Pasó el tiempo, y Jesús sólo tocaba el agua para bañarse, y casi ni eso. Fue tal el odio que le tomó al agua que un día, ya mayor, fue con veneno al depósito del agua local, para que nadie pudiera beberla, pero al mirar hacia abajo y verlo todo inundado, se mareó, y cayó dentro. Sólo le invadió un pensamiento antes de que su vida acabara:
-Ahogado. Voy a morir ahogado- pensó Jesús mientras se hundía en el mar sin logras escapar. –Siempre me lo temí, peor nunca he hecho nada para evitarlo. Me lo tengo me…-
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